POR NACIMIENTO Y POR ADOPCIÓN
“Entonces el SEÑOR Dios formó al hombre del polvo de la tierra, y sopló en su nariz el aliento de vida; y fue el hombre un ser viviente.” Esta es la forma como el autor del capítulo 2 del libro del Génesis, concretamente en el versículo 7, habla de la creación del ser humano; en ese sentido, somos polvo y, con la muerte, volveremos a la tierra porque con ella hemos sido formados.
En una obra judía extracanónica se dice que Dios creó al hombre con el polvo, elaborándolo con sus propias manos; de esa manera, el creador quedó manchado con nuestra frágil naturaleza, por eso nos comprende, pero, al mismo tiempo, el ser humano quedó investido de la grandeza divina, acreditando, de ese modo, la dimensión eterna y trascendente que tiene desde el inicio de su existencia. Por otro lado, el hombre fue formado con el polvo proveniente de los cuatro puntos cardinales para que donde él esté siempre se encuentre en su propia patria, pues por el hecho de ser tierra, donde sea que entre en contacto con la misma siempre estará en casa y nunca será un extranjero.
“Tengo el orgullo de ser peruano y soy feliz de haber nacido en esta hermosa tierra del sol…” dice el inicio de una canción compuesta por Manuel Raygada Ballesteros convertida casi en himno nacional. Por otro lado, en Colombia, en el departamento de Cundinamarca, existe un municipio que tiene por nombre Soacha, que es la españolización del térmico muisca Sua-cha que quiere decir “varón del sol” u “hombre del sol.”
En la vida se van haciendo opciones; siempre se toman decisiones con la ilusión y esperanza de que sean para mejor. Es por ello que les comparto que hoy 28 de septiembre he recibido la nacionalidad colombiana por adopción. Dios ha querido que mi proveniencia al mundo fuese por medio de la tierra del sol y que mi ingreso para formar parte de esta nación fuese también por medio de un pujante municipio que honra al astro mayor que alumbra el día. En su escudo se lee una frase en Latín: “sol omnibus lucet”, es decir “el sol alumbra para todos”, evidenciando cómo la virtud de la justicia debe imperar, pues nadie puede ser privado de lo que por derecho le pertenece.
El profeta Jeremías, en el s. VI a. C., viendo la deportación de su pueblo a un país extranjero les envía una hermosa carta que debería ser siempre un referente para todos aquellos que tienen que vivir en un “territorio” distinto del que les vio nacer: "…Y buscad el bienestar de la ciudad adonde os he desterrado, y rogad al SEÑOR por ella; porque en su bienestar tendréis bienestar" (29,7). Si eso se debe hacer en un país extranjero por una nación extraña ¿cómo no hacerlo por uno que ya es propio?
Si bien es cierto que toda persona, donde sea que se encuentre, puesto que todo es tierra, siempre estará en su propia nación, también es verdad que los seres humanos, para poder vivir de mejor manera, siempre se han agrupado en determinados territorios, con sus propias normas que pretenden ser las mejores y las más beneficiosas para sus habitantes. Así pues, me permito expresar mi más profunda gratitud a todos los que me apoyaron durante todo este proceso de nacionalización orientándome para cumplir con lo estipulado por el Gobierno colombiano; de modo particular expreso un especial gracias a la Sra. Andrea del Pilar Borja, Secretaria de Gobierno del municipio de Soacha y a Daniela Bautista, también de la Alcaldía de Soacha, por haberme tomado el juramento y ayudado en esta etapa final de mi colombianización.
Un abrazo fuerte para todos. Dios les bendiga.